Náyade auriculada o margaritona (Margaritifera auricularia)

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Náyade auriculada o margaritona (Margaritifera auricularia)

También conocida en otras regiones de España como “almeja de río”, “náyade auriculada”, “margaritona”, “ostra de agua dulce” o “almeja perlífera gigante de río”, la presencia de este bivalvo en la Ribera de Navarra se concentra en el tramo navarro del río Ebro y el Canal Imperial de Aragón, entre los términos municipales de Cortes y Castejón. Desde 2014 el Gobierno de Navarra, junto al Departamento de Medio Ambiente y las entidades locales, vienen aunando esfuerzos para la introducción y procreación de este molusco, convirtiéndose en una de las pocas provincias españolas donde se pueda crear un hábitat idóneo para el crecimiento y reproducción de este singular bivalvo. Es un molusco “auriculado”, con el borde ventral de sus valvas con forma arqueada y que recuerda a la forma de una oreja.

La especie es muy longeva, ya que puede llegar a vivir 100 años, pero el principal problema es la competitividad existente con otras especies invasoras, como son el mejillón cebra y la almeja asiática. De hecho, buena parte de las náyades localizadas tenían adherido a sus conchas uno o más mejillones cebra, a pesar de que no había colonias densas de éstos en las cercanías. Esta coexistencia entre especies autóctonas y alóctonas han puesto en el punto de mira a las margarítiferas.

Además de lo anterior matizado, cuentan con otro gran problema para poder consolidar su población, y es que, durante el periodo reproductivo, necesitan “fijar” sus larvas a través de algún pez que haga de “hospedador”. A este respecto, la casi desaparición del esturión durante la primera mitad del siglo XX afectó tanto a esta especie que casi ocasionó la extinción total de las náyades. Desde entonces se viene arrastrando los graves problemas en cuanto a aumento y fijación de la población existente.

Como dato curioso mencionar a la tradición mitológica griega y a las atribuciones que se les hacía a esta especie, ya que a ellas se les atribuye las épocas de esplendor y prosperidad, así como periodos de decadencia y de bonanza. Asimismo, es un excelente bioindicador de la calidad de las aguas, pues solo se le ha encontrado en láminas de agua y cursos fluviales que no tienen contaminación antrópica asociada. 

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