Casa de la obra
Situado entre la orilla derecha del Ebro y de donde se obtiene el agua de las Acequias Molinar y Mosquera, se erige una construcción arquitectónica icónica en el municipio de Tudela que empezó a construirse en 1771 pero que nunca se terminó de llevar a cabo debido a los múltiples acontecimientos económicos y sociales que se sucedieron: desde la expropiación forzosa y abusiva de los terrenos para la construcción, el dudoso origen de los materiales para la construcción (de parcelas privadas y sin consentimiento previo del titular) hasta los numerosos tumultos y desencuentros que se generaron, que obligó a establecer el toque de queda para la ciudadanía y los trabajadores, muchos de estos trabajadores exconvictos y presos.
Inicialmente, el edificio se proyectó como palacio y para ser sede del Canal Imperial de Aragón, siendo parte del conjunto arquitectónico que se quería llevar a cabo para poder captar las aguas del río Ebro y poder trasvasarlas al Canal Imperial de Aragón. Fue un proyecto nacional de envergadura faraónica que tiene su origen en la Acequia Imperial de Carlos V, que ya desde el año 1529 transportaba las aguas del río Ebro. Es considerado como uno de los máximos exponentes de arquitectura civil del barroco clasicista en el municipio. Se caracteriza por su arquitectura renacentista, con influencias de la época barroca. Su fachada principal en piedra presenta elementos decorativos como escudos nobiliarios y balcones de hierro forjado. En su interior, destaca un patio central rodeado de columnas y pilares tallados en piedra. A lo largo de los siglos, la Casa de la Obra ha sido objeto de varias reformas y restauraciones para conservar su belleza original. El proyecto nunca se acabó de construir y nunca se le dio el uso para el cual había sido pensado, ya que finalmente se construyó cerca de donde estaba la antigua Acequia Imperial, tomando las aguas en El Bocal de Fontellas (Navarra). Es considerada un importante patrimonio arquitectónico de Tudela y una muestra de la riqueza histórica y cultural de la ciudad, convirtiendo en reclamo y en un punto de interés para los visitantes que desean conocer más sobre la historia y la arquitectura de la región.
A raíz de quedarse la obra sin acabar de construir quedaron algunos restos de construcciones que los tudelanos y tudelanas suelen llamarle “la obra vieja”.